La apertura de un nuevo siglo, permite, motiva y obliga a repensar la sociedad en la que vivimos. Las necesidades de consumo en una sobre-población del planeta, los contenidos competitivos del mercado, la caída de la moral, la religión y las políticas sociales han contribuido a desvalorizar el tejido ético del natural sentido gregario de la especie humana.
Detectado en el ir y venir de nuestras actividades artísticas hemos creído en el teatro como elemento reconciliador entre en cuerpo y el alma conllevando el interés primordial de todo ser humano de reconocerse en los valores de respeto, responsabilidad, generosidad y conductas conducentes a un bien estar mayor con su entorno.
Las técnicas usadas en la preparación de los actores vincula y acrecienta las habilidades motoras, el sentido de equipo, el reconocimiento de las destrezas personales y la sensibilidad en la observación. Este es un aporte real para salir, prácticamente, del subdesarrollo mental de nuestra sociedad.